martes, 9 de septiembre de 2014

Entre tus orejas

"La lectura no engorda, pone a dieta la ignorancia."

¡Buenos días! Esta semana me limito a compartir unas páginas del primer capítulo de "Padre Rico, Padre Pobre" de Robert T. Kiyosaki: espero que estas breves líneas os llamen la atención y terminéis por comprarlo en cualquier punto de venta. Para los que no tenéis mucho tiempo, dejo al final el enlace para escuchar el audio-libro.




...


Así es como te enseñan en el colegio, dijo él sonriendo. Pero ésta
es la forma en que la vida te enseña, diría que la vida es la mejor maestra…
La mayor parte del tiempo, la vida no te habla, sólo te golpea.
Cada golpe, es la vida diciéndote, despierta; hay
algo que quiero que aprendas...

"¿De qué esta hablando este hombre? me pregunté silenciosamente.
La vida golpeándome, ¿es la vida la que me está hablando? Ahora
sabía que tenía que renunciar a este trabajo. Estaba hablando con
alguien que debía ser encerrado…"

Si aprendes las lecciones de la vida, te ira bien. Si no, la vida
simplemente continuará golpeándote. La gente hace dos cosas.
Algunos dejan que la vida los golpee, otros se ponen
bravos y devuelven el golpe. Pero golpean contra su jefe, o su
trabajo, o su esposo o esposa. Ellos no saben que es la vida quien
los está golpeando.

“Yo no tenía ni idea de lo que estaba hablando”.

La vida nos golpea a todos. Algunos se rinden, otros luchan. Unos
pocos aprenden la lección y avanzan. Los golpes de la vida son
bienvenidos por ellos. Para estas pocas personas, esto significa que
necesitan y desean aprender algo. Ellos aprenden y avanzan. La
mayoría abandona, y unos pocos, como tú, luchan.

Si tú aprendes esta lección, crecerás como un joven sabio, rico y
feliz. Si no lo haces, pasarás la vida culpando a tu trabajo, a tu bajo
salario o a tu jefe por tus problemas. Vivirás la vida esperando esa gran oportunidad que resolverá todos tus problemas...

Por otra parte, si tú eres la clase de persona que
no tiene agallas, te rendirás cada vez que la vida te presione.

Podría haber hablado hasta la saciedad, pero ustedes no hubieran podido aprender ni una sola cosa. Así que, decidí dejar que la vida les golpeara un poco, para que entonces
pudieran escucharme. Por eso les pagué sólo 10 centavos.

“¿Y cuál es la lección que aprendí al trabajar por sólo 10 centavos la
 hora?, pregunté. ¿Que es usted un tacaño?”


Padre rico se echó hacia atrás en su silla, riéndose sentidamente.
Finalmente, cuando su risa cesó, dijo: Mejor sería que cambiaras tu
punto de vista. Termina de culparme, pensando que soy el problema.
Si piensas que yo soy el problema, entonces tienes que cambiarme.
Si te das cuenta de que tú eres el problema, entonces puedes
cambiarte, aprender algo y crecer más sabio. La mayoría
de la gente pretende que todo el mundo cambie, excepto ellos
mismos. 

“No entiendo”, dije.

No me culpes por tus problemas, dijo padre rico, poniéndose
impaciente.

“Pero usted sólo me pagó 10 centavos”

¿Y qué estás aprendiendo? preguntó sonriente.

 “¡Que es usted un tacaño!”, dije con una tímida sonrisa.

Lo ves, tú piensas que yo soy el problema, volvió a decir.

“Pero es que así es, el problema es usted”, dije.

Bien, si mantienes esa actitud, no aprenderás nada. Mantén la
actitud que yo soy el problema, y …¿qué elecciones te quedan?

“Bueno, si usted no me paga más, o no muestra mayor consideración
y me enseña, renunciaré”

“Buen punto”, dijo papá rico. Y eso es exactamente lo que haría la
mayoría de la gente. Renunciar y buscar otro trabajo, una
mejor oportunidad, un salario más alto, pensando que un nuevo
trabajo o un mejor sueldo resolverán el problema. En la mayoría de
los casos, no será así.

“¿Y que lo resolvería? pregunté. ¿Tomar esos miserables 10
centavos y sonreír?”

Papá rico se rió. Eso es lo que las otras personas hacen. Aceptan un
salario bajo aún sabiendo que ellos y su familia tendrán problemas financieros. Pero eso es todo lo que hacen, esperando
algún aumento, en la creencia de que más dinero resolverá el
problema. Algunos simplemente lo aceptan, y otros buscan un
segundo empleo y trabajan más arduamente, pero siempre
aceptando un salario pequeño.

“Me senté mirando el suelo fijamente, empezando a comprender la
lección que él estaba exponiendo. Podía sentir que eso era probar el
sabor de la vida. Finalmente levanté la vista y repetí mi pregunta”, “¿Y
que resolverá el problema?”

“Esto” dijo, dándome golpecitos en la cabeza suavemente. “La





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